Angie Bravo no solo encontró las mejores recetas para emprender: preparó su propio camino. Desde sus primeras formaciones como aprendiz en el SENA, soñaba con un proyecto que conectara la gastronomía con el territorio. Así nació Catiar, un laboratorio de experiencias y espacio de coworking gastronómico donde se exploran sabores ancestrales y se crean recetas con productos regionales y se impulsa el desarrollo comunitario.
Hoy, como instructora SENA, comparte su experiencia con aprendices que, como ella, creen que emprender también es una forma de transformar el mundo.
Su historia es el mejor ejemplo de cómo el conocimiento técnico y el compromiso social pueden ir de la mano. Porque cuando emprendes con sentido, formas con propósito.
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